Celebración del Día de las Escritoras 2019

Escritoras 2019

El amor fue el tema de esta selección hecha por la profesora Irina de Ardila.

La Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero R. celebró, por segunda ocasión, el Día de las Escritoras. La profesora Irina de Ardila fue la curadora de esta versión, que tuvo como tema el amor.

Previamente, Ardila seleccionó los nombres de 22 autoras panameñas, según sus palabras “con las que convive, las que tiene a mano en su biblioteca personal”. De ellas escogió poesías o fragmentos de sus obras que abordaran el universal tópico.

Esta jornada inició recordando el legado de dos autoras que desde este año no se encuentran entre nosotros: Gloria Guardia y Rosa María Britton.

Briseida Bloise, encargada de la Editorial Biblioteca Nacional, fue la responsable de la semblanza de Britton, compartiendo de las preocupaciones, logros, anhelos y hasta indignaciones de la laureada autora.

Sobre Gloria Guardia, se refierió el poeta Javier Alvarado, quien describió su relación con la escritora, además de analizar el estilo de su obra y la fuerza de su palabra.

Antes de iniciar con la lectura de las obras de las 22 autoras panameñas, la esposa del primer secretario de la Embajada de España, Daysi Porras compartió con el público su apreciación sobre la actividad, que tiene como origen la Biblioteca Nacional de España, desde donde se invita a las bibliotecas de Iberoamérica a participar de ella. Porras estuvo acompañada de la esposa del embajador de España, Patricia de Pagalday.

Los representantes de la Embajada de España hablaron de la importancia de esta convocatoria, que tiene como objetivo reconocer, visibilizar, el aporte de las mujeres en la literatura. Se hizo referencia a aquellas pioneras en el quehacer literario que para publicar tuvieron que inventarse un nombre masculino, a las que pese a las restricciones insistieron hasta lograrlo.

Luego de las formalidades que ameritó la ocasión se inició la lectura que estuvo a cargo de distinguidas personalidades de la comunidad, como periodistas, escritores, locutores, actrices, promotores culturales, activistas de los Derechos Humanos, por citar a algunos.

A continuación la selección de la profesora Irina de Ardila:

1. María Olimpia de Obaldía
-la Alondra Chiricana-
(1891-1985)
Ya no tengo qué darte…
Ya no tengo qué darte, amado mío_
encina fui para brindarte sombra;
para ofrecerte cantos, una alondra;
para calmar tu sed me hice rocío
y verde grama para hacerte alfombra.

Mas el rudo huracán rompió la encina
y el trémulo rocío se evaporó,
la fresca grama se llenó de espinas
y la alondra syus cantos calló.

Ya no tengo que darte, amado mío…
no me queda ya nada que ofrendar…
mas déjame a tu lado, tengo frío
y entre tus brazos quiero descansar
Eros
En la senda solitaria y escondida
de mi vida
duras zarzas y guijarros sólo había;
tú llegaste, y frescas rosas
derramaron en mi vía
de sus ánforas hermosas
la fragante y policroma pedrería.

Como enjambre de nocturnas mariposas
densas sombras pavorosas
revolaban en mi cielo sin cesar;
tú llegaste, y al instante
un lucero fulgurante
la fatídica tieniebla hizo alejar.
De mi vida el hondo cauce seco estaba:
no pasaba
ni una gota tembladora de agua pura;
tú llegaste, y cantarina
una fuente cristalina
saltó alegre por la cuenca seca y dura.
¡Oh, mi amante! ¡Qué el rosal de tus amores
vierta siempre en mi sendero
la fragancia de sus flores!

Tu cariño, cual un vívido lucero,
no permita que en mi cielo haya negrura
y que siempre tu ternura,
como fuente bendecida,
se deslice alegre y pura
por el cauce sin recodos de mi vida…


2. Rosa Elvira Álvarez (1915-1977)
Retrato
Hombre de mediana estatura,
en el alma llevo estampada
tu figura.

Si yo fuera surrealista,
te pintaría con un solo ojo oblicuo,
claro, profundo y sadista.

Tu boca: hendidura larga,
jugosa y gruesa y amarga.

Tu espalda encorvaría
con la joroba de la melancolía.

El retrato terminado,
en la pared te clavara
como un crucificado.

Con tu ojo largo
tu boca gruesa
y tu beso amargo,
soñaría.

Rubia Magdalena
que se muere
de melancolía.

3.Stella Sierra (1919-1997)
Captura de mi sueño
¡Rescátame mi dueño,
Rasgue la piel del nardo,
Abra la cárcel pura del sentido…!
¡Despierte ya del sueño!
¡Que en tus amores ardo,
y ardiendo, el corazón lo tengo herido!
15. Rosa Elvira Alvarez
Retrato
Hombre de mediana estatura,
en el alma llevo estampada
tu figura.

Si yo fuera surrealista,
te pintaría con un solo ojo oblicuo,
claro, profundo y sadista.

Tu boca: hendidura larga,
jugosa y gruesa y amarga.

Tu espalda encorvaría
con la joroba de la melancolía.

El retrato terminado,
en la pared te clavara
como un crucificado.

Con tu ojo largo
tu boca gruesa
y tu beso amargo,
soñaría.

Rubia Magdalena
que se muere
de melancolía.

4.Sydia Candanedo de Zúñiga (1926)
Intimismo de amor del poemario EL sendero de mis brezos

Si yo pudiera soportar el llanto
de este mi amor que llora y se desangra
estaría en la flor de mis mañanas
y me fuera buscándote en tus manos.

Soy hasta aquí el ave que desmaya,
una voz que se ahoga en mis sentidos,
mas no quiero morir aunque quisiera
porque tengo de ti siempre la espera.

Y el manantial de toda mi conciencia
lo siento en esos pkiegues de mi alma
para poder vivir en tus miradas.

Amor mío, tú sabes que te extraño
y sigo en sentir de matutinos ecos
en este claro amor que llevo en mis entrañas.


La savia de tus palabras
Las horas que me dieron tus palabras
las extraño entre sombras y entre brisas
y no puedo convencerme que tu vida
se haya esfumado en todas mis mañanas.

Quiero cantarte aunque estñe muy sola
porque te siento en todas tus señales
y ellas traen el fulgor de los raudales
de ese tu aliento que florece en rosas.

Porque tu savia fue la inmensa estela
cuando me acariciabas y el mirar se hacía
una sonrisa en fulgurante estrella,

un loco desvarío que extasiaba,
un caminar de amores que corría
y en un ardiente anhelo me inundabas


5. Elsie Alvarado de Ricord (1928- 2005)
del poemario Es real y es de este mundo 1978

Al arribo del alba:
Depurando la voz,
Ya en tu ser prolongada te digo en la más
Simple
Entrega maternal,
Que amo, luego existo:
Que la vida no es sueño, que es amor.

Se vive en la medida en que se ama.

El amor vive, y amanece, y fecunda, y redime.
¡Ah, virtud del amor, en tu nombre amanezco!

Amarte es una captación y es una entrega;
una aventura cóplice de la naturaleza,que desborda los diseños del espíritu;
que borra de la espalda, casi instantaneamente,
las dentelladas habituales o novedosas
que nos asesta el recorrido diario.

Amándote, viviéndote,
desprendida de ti, pero en el ansia
de reintegrarme a tu materia,
realizarme en tu ser,
tú, que has podido respirar mi alma
en absoluta transparencia,
amado en la nostalgia
y en los besos,
en los esfuerzoz,
en las venturas,
te aman mis ojos, te ama mi pensamiento,
mis manos te aman caudalosamente,
cada fragmento mío te ama por cuenta propia
y todo mi ser te ama solidario,
pero yo te amo más, hasta excederme,
hasta sobrevivirme en este amor.


6. Rosa María Britton (1936-2019)

No pertenezco a este siglo. Pag. 133

“ En un pequeño albergue permanecí diez días, perdido en mis pensamientos, lejos de Helena y sus misterios. Me encantaba recorrer las callejuelas estrechas , saludar a los vecinos siempre dispuestos a invitarme a probar la sidra, imaginando a cada paso la figura elusiva de mis antepasados que quizás, siglos antes, recorrieron los mismos caminos, Y desde luego, siempre Helena ocupando el fondo de mis pensamientos. ¿Cómo seguir queriendo a una mujer así, fría e indiferente? Imaginaba una larga vida en común, llena de reproches silenciosos y frustraciones que acabarían por desruirnos? Yo, que había vivido todos mis años a espaldas del amor, ahora lo necesitaba como una tabla de salvación. Añoraba el calor de sus brazos, que poco había conocido, la desconocida pasión de sus labios incapaces de una sonrisa amable y, sobre todo, la respuesta lánguida de su cuerpo perfecto y frío como una de esas estatuas que adornan todos los rincones de Europa. Finalmente, sacudiendo la melancolía no muy digna de mi pernsona, decidí que ya era tiempo de volver a la realidad y a lo mío”.


7. Griselda López (1938)

DE ISLA GRANDE, PUBLICADO EN LAS CAPAS DEL TIEMPO. (Fragmento)

Mediodía. El pueblo dormitaba en una inmensa siesta. Destartalados camiones transitaban las somnolientas calles. Buscamos hasta encontrar en Oaxaca el Museo de Francisco Toledo. Él en sus lienzos llenos de azules, captó una magia que se había esfumado con el tiempo y cuyos recuerdos sólo quedaron plasmados en la policromía del óleo.
En vano caminamos tratando de encontrar la esencia captada por el artista. Sólo el contacto con tu mano me hacía sentir la vida en esa ciudad fantasmal. Despojada de su alma, abandonada por todos, condenada a una muerte lenta y silenciosa, condenada a la peor de las muertes; la indiferencia.
Urgidos nos fuimos al hotel, porque no queríamos sentir la soledad que nos golpeaba. Hicimos el amor de manera casi interminable con una necesidad de sentirnos vivos, de penetrar cada uno en el otro, de no sentir ese naufragio colectivo que amenazaba traspasar nuestra piel. Amé como nunca y como siempre esa tu piel morena, suave, vital, me decía. Quería tocarte, sentirte para darme cuenta, que tú te habías salvado. Te dije, abre los ojos, mírame, sostenme, llévame contigo. Quería a través de ti, de tu vitalidad, de tu fuerza, darles vida a aquellas pieles indígenas curtidas por el tiempo. Amarte a ti, era seguir amando a esta América Latina de sabores y olores penetrantes, muy alejada de mi gélido país”.


8.Bertalicia Peralta (1939)

Cómo negar el encanto
de esta mujer de labios
finos entreabiertos
que habla como un suspiro
e impulsa a acariciarla
¡Todo su amor sí cabe en una copa
de champán!

Huyendo de miradas imprudentes
amarnos con locura
hasta nunca jamas hasta hacernos
un solo cuerpo:
siempre hay alguien que difunde el rumor


9. Alondra Badano
Fragmento de la novela MissUruguay (2019), editoral Tregolam Madrid España

Natividad había tenido un amor de juventud que de repente desapareció. Fue una confesión guardada por años en algún recoveco del alma: a Natividad la habían casado con un militar. Ese marido impuesto por la familia había muerto, pero de él nadie hablaba. Al parecer fue una muerte extraña, y sola quedó la viuda con un hijo del que nadie más se ocupó. No había familiares de parte del muerto ni de parte de Natividad. El muerto, sin embargo, parecía estar vivo en los rumores de la gente: o se ocultaba preso, o desaparecido, o había huido con otra mujer. Los murmullos corrían ajenos a la misteriosa Nati, que nada negaba ni asentía. Algo oculto estaba muy presente en esa soledad, que dormitaba en la cama de matrimonio y conservaba en su bargueño la vajilla con las letras grababas en las copas de ambos apellidos: B.G.
La pulcritud de la casa mostraba un alma empeñada en limpiar y relimpiar lo que no se ensuciaba; el hogar permanecía cerrado y el polvo no entraba. Las sábanas se colocaban con olores y perfumes, una sobre otra, y se cuidaba de que ninguna arruga apareciera al abrir la puerta del ropero. Debían verse hileras de ropa blanca, planchadísimas con almidón y a mano, como si de una requisa diaria se tratara. Quizás la rutina de su marido el militar así se lo exigió alguna vez.
¿Cuántas veces habría hecho el mismo gesto durante semanas, meses, años?
Su hijo hacía lo mismo con los soldaditos de plomo, era su entretenimiento diario. Le encantaba jugar a las guerras. Enfrentaba a dos ejércitos cuerpo a cuerpo e iba eliminando piezas hasta quedarse con las de los vencedores. Los habían visto muchísimas veces a los dos: a una con su vajilla y sábanas, al otro con sus figuritas de metal.
La madrina contaba su historia: se había casado y luego había enviudado, al parecer enseguida, pero no se sabía bien por qué: toda información resultaba imprecisa. Las fechas no terminaban de ser concretas pues los enigmas se habían convertido en el pan de cada día. La confesión continuaba: Natividad había amado a un hombre que no era el padre de su hijo desde que fue muy jovencita y antes de que la casaran. Se unió virgen, pero amando a otro. Su hijo nació durante su matrimonio, no había ninguna duda, aunque no era un hijo del amor. Ese era el secreto de su vida, el que había callado y padecido entre las paredes oscuras de su vivienda, el que había compartido con una vajilla finísima y sábanas ordenadas: un amor inconcluso que sorteó el tiempo y que aún vivía silenciado en el corazón de aquella hermosa mujer que padeció una unión sin amor y una maternidad no deseada con el hombre equivocado.
Esa fue toda su resignada historia, hasta que en su apacible hogar lleno de copas de vidrios transparentes y fregonas blancas, y ante la cama perfectamente arreglada con su colcha de satén, la madrina le confesó a ahijada que El, el amor de toda su vida, había vuelto luego de muchísimos años. Hubo un silencio profundo que la muchacha no quiso interrumpir, pero tampoco deseó indagar en detalles porque el cuento iba de personas aparecidas y desaparecidas y de cierto y verdadero. Y de una magia que le hacía perder a la mujer adulta el dolor de sus achaques de vieja.
—Él vino… llegó… —comenzó la madrina con una profunda emoción en su voz—. Y lo vi… Vino a verme —concretó entre pausas, ahogada mientras trataba de reprimir el llanto.
Aquel amor había estado guardado en cada esquina de la casa y en la memoria de la madrina. Ella lo había recibido y los años parecieron no haber pasado para el oculto sentimiento, porque Él le confesó lo mismo, que había mantenido en todos esos años el mismo secreto. Y continuaba amándola, nunca la había olvidado. Vivía en otro país y estaba casado, tenía hijos, pero continuaba pensando en ella y acariciando en su vejez la frustración de la infelicidad, pues ella era la única mujer que había querido en toda su vida y no pudo poseerla.
A Enhila, la ahijada, se le cortó el aliento porque esperaba un encuentro ardiente que diera pie a una relación de carne y hueso, como la que ella llevaba con el general. No entendía que su madrina estuviera feliz con un amor intemporal, lejano, imposible, ideal, utópico, en el que habían mediado décadas de separación. Pero la felicidad de la mujer era tanta que Enhila prefirió callar. Escuchar y callar. Para Natividad, el amor era eso: un resguardo para su vida de artrítica, una ilusión que le había devuelto las ganas de vivir al devolverle al hombre amado desde las recónditas curvas del destino. Fue una reparación de la ausencia saber que aún la amaba y que la había pensado durante todos esos años, aunque la vida, la real de ellos, hubiera recorrido aguas profundas y distintas. Y Natividad estaba feliz tan solo por ello, por su renovada ilusión sobre el amor imposible. A esta mujer le bastaba haber sido querida por aquel hombre, aunque en vez de haber disfrutado de su amor le hubiera tocado sufrir su ausencia durante todas las horas de su melancólica vida. Lo sabía porque ella había amado de la misma manera. Ambos fueron iguales. Presencia y ausencia, amor ausente y amor espiritual eran los aromas de aquel encuentro en el que la madrina de Enhila estuvo eufórica por demás, sentada en su comedor libre de todo polvo junto a sus viejos enseres cotidianos, con su traje negro y su cabellera blanca. Un silencio seco se produjo entre ambas mujeres en aquel vacío en que las almas se juntan y se separan, cada una vibrando en su emoción, entrelazadas unas manos de juventud con otras llenas de arrugas, resecas por las huellas de los sentimientos deformantes que el cuerpo recoge en amarguras.


10. Beatriz Valdés (1940)
Es del cuento La Dama del Velo, de Beatrriz Valdés E. es su cuento preferido! Es muy sutil todo el erotismo a lo largo del cuento, ya que transcurre en el Siglo X, en Kioto, plena cultura Heian.

"...hay otro motivo que altera la tranquilidad de Lady Murasaki; en el palacio estará el príncipe Kaori, a quien no ha vuelto a ver desde el año pasado cuando compartió con él ---de incógnito--- la prueba de la almohada en el Pabellón del Loto.
En aquella ocasión, acostumbrada a las maniobras de su familia, Murasaki acató dócilmente la orden de su tío de pasar la noche con el príncipe Kaori, pretendiente de su hermana. Cierto que la costumbre comienza a caer en desuso, pero Kaori estaba en su derecho al pedirla. Como decía sutilmente la nota que el Chambelán envió a la familia:
"Antes de hacerla su concubina, el heredero al Trono de los Crisantemos debe conocer mejor a la dama". Kaori ansiaba aspirar la dulzura de su aliento, acariciar su cabellera azabache, conocer la miel de su cáliz inexplorado y adivinar la ligereza de su sueño. También debía estudiar con atención el poema que la dama le dedicara al amanecer, que le daría a conocer los sentimientos que anida en su alma.


11. Gloria Guardia, (1940) El último juego
“ Ayer, te vi, Mariana, por última vez y hubiera querido mirarte así , digo mirarte sin reparos, con descaro y bastante malicia en la pupila grabadora: los labios carnosos, la frente alta, los altos pómulos morenos, me acerqué, buenas noches, Mariana, un gesto rápido, un cruce, apenas, de sonrisas y atravesaste el salón hacia un grupo de invitados conversaba…”

12. Moravia Ochoa López (1941)
Todo perfecto

No la quieres cansada
Tú la quieres con ánimo
Tú la quieres con fuerzas
Tú la quieres en la cumbre de la monataña
En las alas del colibri sencillo

Que abanica armonía
Tú la quieres amándote
Tú la quieres agradecida
Tú la quieres robada
En silencio prohibida
Sin una lágrima
sin chistar una pena

Debo entender entonces
Que todo irá muy bien
Y está tu corazón en esta casa
Que a veces tú me quieres y te quiero
luz que viene a mi sino y me sonsaca.


13. Albalyra Franco de Linares (1943)


Tendría que dejar de ser yo misma
para dejar de amarte,
tendría que alejarme
de la vida
para estar sin ti.
Tendría que olvidarme
de la luz,
tendrría que olvidarme
de la noche.
Salir del mundo
de las melancolías.
Tendría que dejar
de ser yo misma
para dejar de amarte
Deseo la sencillez
De la palabra,
Invocar el amor a lo que tengo,
Entrar con el río al mar, libre
Ansioso
tierno
por simplemente unirnos.


14. Giovanna Benedetti 1949
Santuario del Buen Amor

El amor
es un molino.
Un girar cuerpo a dos aspas
de una muela volandera.
Es rodar a piel rendida
entre huellas que se enredan.
Es revolver el tiempo
con las cuatro manos llenas.

El amor
es una feria.
Es hacer caudal del sueño
en una ruleta de estrellas.
Es apostar a los números
y ganar en vez las letras.
Es jugar risa con llanto
sin reparar en pérdidas

El amor
es ciencia infusa.
Es echar de oir el cuento
para creer al fin la historia.
Es no ver lo que se olvida
y esperar lo que se ignora.
Es estar sin saber dónde
ni cuándo, ni por qué

El amor
es un felino.
Es un lídico vagabundear
por los zaguandes y altillos.
Es arrimarse de bulto
como gato que se antoja.
Es un frotarse el institnto
maulladamente
contra el mundo


Cuarto de los milagros
No gires la cabeza,
un milagro está detrás…
Jules Supervielle
Un milagro se repite
puntual en este cuarto.
Un milagro sencillo
sin santos ni leyendas.
Montoncitos de lumbre
que corren por el suelo
que dan en caer, sin fin,
del sueño a la existencia.

No es posible escaparse
a su vínculo de efectos.
¡ Son como alas que brincan
del interior de los tiempos!
Quien lo ha mirado dice
que se hace mariposa
o que semeja al albatros
en una curva del cielo.

Parece un relumbro frágil.
quebradizo, discreto
que se ensancha voraz
y que rueda implicado.

Pero hay un fervor undívago
detrás de esa apariencia
como en charol del ágata
o el marfil de la perla.

Una pasión acaso
disfrazada de brasa
que trae de su interior
la inmensidad del fuego.
Una ilusión que vuelve
desde un pasado abstracto
y renace al rondar
recobrando su estrella.

Y es que un milagro
nunca regresa sin prospecto.
Si retorna se hace tacto
caricia y esperanza.
Esta chispa imposible…
ya se figura en sombra
¡ y tiene la redondez
de una gota de agua!


15. Gloria Young (1952)

Yo,cuerpo de mujer

Yo, cuerpo de mujer
alma de hielo
te miro desnudo tras la ventana.

El fantasma que habita mi pecho
cual casa abandonada
toca su corazón como un tambor
y anuncia
entre rayos y rosas muertas
el principio del amor
del mundo
y su sombra muerta.

(Hotel, 1990)

Estos pliegues de vida

Estos pliegues de vida
colgados a los huesos,
esta cintura aún visible
donde te aferras
/a ratos
estos muslos anchos
/recios
que trotan tus espacios
esta cadera ahuecada
estuche para tus manos
estas piernas que te asfixian
con nudo de terciopelo
desde la oscura garganta
hasta el fuego
-tierno mástil
que trastorna los sentidos-

estos pies que te caminan
estas manos que te hurgan
esta mujer que te quiere,
aquí
en el cuarto imperfecto.

(Hotel, 1990)
PUERTO DE AMOR

De día la luz en mi retina
los lirios blancos húmedos
el huerto siempre vivo

De noche la tierra fría
el reflejo de la luna en los cristales
el mar vaciado de arena

Aun sin conocerte
en el misterio del atardecer y su yerba oscura
te amaba

Te amaba mansa y audaz en la corriente del río
desnudos los pies revoloteando
las piedras, los montes, los sitios permanentes de sal

Aquí, nadie quiere pensar en el mañana
este puerto de entradas y salidas
donde se tiñen los obreros de sangre bananal

La ciudad apagada sueña con orquestas lánguidas
de otros tiempos ardientes, donde se anunciaban
en grandes carteles
ventas y ferias

En el corazón del pueblo los chanceros hacen el día
y conversan las señoras de los últimos muertos que entierran
para conservar las emociones que el más allá inspira

Tal vez, desde el rumor espumado del mar
te amaba
desde el vuelo ligero del jazmín en la ventana
te amaba

No importa desde cuándo brillan las luciérnagas
en el balcón de mi alcoba

Conozco este puerto
bebedor de ira y rumores ajenos
lo conozco en las voces de los manifestantes
y en el chisme acalorado de sus habitantes

No importa desde cuándo brillan las luciérnagas
en el balcón de mi alcoba
ni cuándo empezó a vestirse de amarillo el árbol de canistelo

Lo conozco en las manos que acarician mi talle
en la alta yerba donde se posa el sangre de toro en equilibrio
en el musgo verde pálido de mis orquídeas
en la mirada clara enmarcada de tus cejas negras encontradas

16. Viviane Nathan ( 1953)
Voy a apagar la luz…
Voy a apagar la luz
para quedarme a oscuras con tu rostro,
para inventar de nuevo aquel instante:
Intimidad etérea y fulminante,
piel en la voz, voz en el canto,
en la mirada…
Voy a apagar la luz
porque la oscuridad me obliga a dibujarte,
me da la dulce libertad de juntar las ternuras,
de calcar las ansias y borrar las soledades…
Voy a apagar la luz para pensar en ti.


17. Consuelo Tomas (1957) El poema aparece en un cuadernillo de la Editorial La Chifurnia, El Salvador editado para el V Festival Hispanoamericano de poesía Arquímides Cruz, 2016.

HUBIERA

Hubiera podido amarle sin costumbre
amarle sin seguro como siempre
al revés y sin raíces
amarle sin querer llegar al fondo amarle porque sí
sin esperanza en lo oscuro
amarle sólo con el cuerpo en la penumbra
con la piel despierta cobrada de rocío
amarle sin fantasía y sin sueños
desde mi orilla solitaria y en silencio
amarle sin pena ni gloria
sin salir de mí (triste burbuja)
amarle por azar por es acaso
sin tocar sin mirar sin descubrir
amarle así impersonalmente cabeza fría
amarle solamente con la carne y el instinto
sin llevarme su nombre en las horas intermedias
sin recordarle siquiera durante la ausencia
sin espera sin sorpresa sin color sin desaire.

Yo hubiera podido amarle desamándole
pero le amé como se debe
como ama una mujer de corazón abierto
o una mariposa que se lanza al infinito.

(1982)

18. Yolanda Hackshaw (1958)

*Luna de Piel*
Un tajo de ansias,
relámpago del deseo,
humedece
la flor de estío
de mi vientre.
Un quejido, una lágrima
y luego...
Un estallido de mil soles
y una luz caliente
recorriéndome en el cuerpo.


19. Mariafeli Domínguez
(Panamá, 1960)


CINCO DE LUNA

La mujer se resiste, dice no. El hombre agitado insiste, forcejeo silencioso, cede por agotamiento. Las estrellas en el firmamento se dejan ver por las rendijas de la caña brava. Luna nueva, buen momento para siembra, pero también para la fecundación. Cinco de luna, la mujer sabe, el hombre sabe. Micaela también sabe.
Casi no me quedan ganas
de mirar las hojas que me anuncian los suspiros,
casi no respiro
el olor de la poesía
de otros,
de todos
que pisan los sueños y las alegrías
del invierno que se aproxima.
Escribo sobre el llanto de la separaciòn
sobre los que se sentaron a estas orillas del hogar
y se fueron para siempre.
Todavía escucho
sus risas y sus pasos
por aquí
por este lugar con nombre
y sin nombre
en esta retirada forzada de la noche.
Miro de revés los gestos del desamor
en mañanas como ésta
cuando me siento a tomar café
y a mirar el pasado
que se diluye entre mis manos
y mis recuerdos.
Me hace falta la fotografía
para recordar los rostros
y la sonrisa de un tiempo feliz.
Escribo sobre mí
y hago un repaso
de mis amores
y mis desamores y los trituro en la ausencia.
Escribo sobre la lluvia y el río
sobre el romance de la mañana con los pájaros
y el de la luna con la noche.
Sobre el ruido del viento
en la ventana rota por siempre.
Sobre la dulzura de este olor a hogar
que me acompaña siempre.
Sobre esta casa mía,
de otros,
de todos
que pisan los sueños y las alegrías
del invierno que se aproxima.
Escribo sobre el llanto de la separaciòn
sobre los que se sentaron a estas orillas del hogar
y se fueron para siempre.
Todavía escucho
sus risas y sus pasos
por aquí
por este lugar con nombre
y sin nombre
y el silencio envuelve
otra vez la ceremonia del llanto
en días como estos en los que he vuelto
a vestir de tinta
las páginas de la poesía.
y el silencio envuelve
otra vez la ceremonia del llanto
en días como estos en los que he vuelto
a vestir de tinta
las páginas de la poesía.

20. Ela Urriola
amor es la
temperatura
(de La nieve sobre la arena) premio Poesía Ricardo Miró 2014
El calor dilata las horas
Contrae los cuerpos
Sobre el desierto el asombro de la noche
Está nevando una canción entre las piernas
La melodía fue rehecha
Y el amor era el disfraz
De la tristeza
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Diego estoy quebrada como una copa
Reventada y jodida
Como una pinche damajuana
Craquelada en su levedad
Estoy seca
Sedienta
Y tan miserable
Que solo sangra la paleta de mis ojos
Y mis lágrimas cuelgan del lienzo
Como naranjas amargas
Y el zumo de dolor
Es lo que soy
Ese zumo es mi existencia
Y sin ti
Ya no soy nada
Fragmento: Un jardín en la alcoba azul (Frida Kahlo)
del poemario La edad de la rosa (2019)___


Nadie puede enamorarse sin mentir
Casi nada
Vacío es el aliento que se toma entre las manos
Y endulza la sonrisa amenazando la mañana
Una joven de falda plisada se desvela por amor
Y en el horno
La desgracia se cuaja
El amor es el veneno
Pulveriza
A veces remece la necesidad
Y por los poros
Se cuela
Nuevamente
Hasta matarnos
Fragmento: LAS CAMPANAS SE QUIEBRAN CON UN BESO (Sylvia Plath)
del poemario La edad de la rosa (2019).
______________________
Esperanza se sienta en la cama y lucha con la respiración entrecortada y la migraña. Su malestar no es solo sed: es angustia. Y es también la sórdida experiencia cotidiana, la del sueño interrumpido, el extrañamiento convertido en dolor. Así se queda esperando el alba, con una mano en el pecho y la otra extendida en el lado de la cama que continuará vacío. Su mano, que a veces avanza hacia la cabecera y luego aterriza en el centro del colchón, parece una paloma congelada en el vuelo.
—Hoy duele como ayer, porque el dolor que siento es el mismo —murmuró la mujer mirando la pared de quincha agrietada por la aridez y la precariedad.
Fragmento: La sequía. Agujeros negros (2016)


21.Lucy Cristina Chau (1971)

Fuimos tan una sola piel,
que me llegaron a doler tus heridas;
fuimos tan una sola forma,
que no me reconozco en el espejo;
tu risa y la mía se acoplaron tanto,
que a falta de la tuya
nadie pudo entendernos.
Y yo, que tanto gocé sobre tu lecho,
ya no encuentro disfrute en el deseo,
porque tan, tanto y tanto, y tan y tanto,
no lo puedo inventar
sino en tu cuerpo.

Amor eterno
Y fui la mujer de su vida
por catorce minutos y medio.

Declaración urgente


UNO: Quisiera culpar al gobierno de esto que no pasa entre tú y yo, pero apenas pudiera alegar que es la consecuencia del mal estado de las calles, del alza del costo de la vida y de una deficiencia en el ordenamiento territorial entre tu mundo y el mío.
DOS: Cuando me invade esa cosa que he querido llamar “tu presencia”, pero que no es más que el estado de limeranza en el que vivo a raíz de haber entrado en contacto con tus feromonas, casi podría decir que soy feliz, aunque eso se confunda con el malestar de la fatiga.
TRES: Hacer el amor y dormir en tus brazos es lo único que alivia esta crisis económica mundial de mi cuenta bancaria, por sus facultades concretas de inhibir la soledad, y - por ende - el consumo desmedido, el hambre individual y la preocupación colectiva por un mundo mejor.
CUATRO: En cuanto sea posible definir la variabilidad de mis sentimientos, su intensidad promedio y la dirección en la que me permitas ejercer este deseo de tocarte, me gustaría que se aclarasen los puntos más relevantes de las negociaciones en curso; ya sean del sector inversión, o bien del pago por la deuda externa, de forma tal que no quede ese hipotético encuentro a mitad de camino por la desventura de los bloqueos económicos disfrazados de listas negras.
CINCO: De ser necesario, suspenderemos indefinidamente este soliloquio, hasta tanto las partes en conflicto acuerden amarse de la única manera posible en estos días en los que escasean los motivos suficientes, la cohesión social absoluta, sociedades más justas y una visión del mundo en la que predomine la ética y el sofismo como base para el coito.
SEIS: Las circunstancias han de darnos el ambiente propicio para la toma de decisiones, a menos que de antemano decidamos que cada segundo de vida es un milagro por el cual no estamos dispuestos a negociar en función de que hoy, ahora, ya, es el momento y no otro.

22.Lilian Guevara (1974)
Historias de madera
Estoy estacionada frente a un pequeño bosque en Corozal. Intento descifrar todos los tonos del verde. Hay un preludio de lluvia en el aire. Tal vez solo estoy nostálgica. Lo he estado todo el día por haber tomado conciencia de la inminencia de tu partida. Te imagino en este instante en que te he dejado en casa escribiendo. Me gusta pensarte ahí, solo en mi vida. Como si te movieras por las habitaciones de mi alma con tus gafas y una taza de café mágico que nunca se termina. Esta mañana la magia llegó tan lejos que me distraje observándote y me quemé la pierna con el agua hirviente cuando te preparaba el turco. Ni siquiera me dolió. Me emociona verte escribiendo con tu mirada taurina puesta en un horizonte de ideas que han de construir lo perdurable. También me emociona que me hayas invitado a dar ese paseo mañana por el Casco Antiguo. Con algo de suerte, tal vez haya una marea verde esmeralda pero también algo de arena fresca para recoger pequeñas conchas, las últimas sobrevivientes del exterminio. Comeremos raspao rojo y, con un poco más de suerte, uno de los dos se chorreará y creo que serás tú. Me reiré contigo, pero no de ti. Nos sentaremos en una banca a contemplarnos y, entre silencio y silencio, te contaré historias de madera. Con ello salvaré mi vida y prolongaré la tuya. Será como la felicidad. Para cuando leas esto, tal vez ya sea el mes de junio y mi pierna esté cicatrizando. Estarás lejos e impaciente, esperando mi llamada, pero te haré esperar un poco porque a veces sacrifico el estar contigo por el pensar en ti. Mira qué oscuro se ha puesto todo de repente. Ha comenzado a llover. Voy hacia ti.