Chinos en Panamá

Toda una serie de eventos en la China Continental, la mayoría de ellos desafortunados, despertó en muchos chinos, especialmente de las costas de las provincias del sur y en particular de Guangdong (Cantón), el deseo imperioso de emigrar. Como se ha mencionado en otros estudios, la explosión demográfica, las catástrofes geográficas como inundaciones, la Guerra del Opio, y en fin los estertores de la Dinastía Ching, empujaban a los hijos del Celeste Imperio a buscar nuevos horizontes. Coincidentalmente, la Fiebre del Oro de California, que atraía a tantos seres humanos deseosos de lograr riquezas o simplemente una vida mejor, también resultó ser un imán para los chinos.

Ante las dificultades que implicaba el cruzar los Estados Unidos hacia California, se inicia la construcción del ferrocarril de Panamá. En los libros de emigración del gobierno británico se consigna que en el año 1852 fueron embarcados 300 emigrantes chinos hacia Panamá, muriendo 72 durante la travesía.  En 1853 se embarcaron 425 chinos y murieron 96. Los periódicos panameños de la época consignan que el jueves 30 de marzo de 1854 arribaron a la Bahia de Panamá 3 barcos, uno de ellos el “Sea Witch”, que había hecho la travesía desde Cantón a Panamá,  con sus bodegas atestadas de chinos,  y otros dos barcos de vela, igualmente sucios y repletos de orientales,. La Compañía del Ferrocarril había conseguido los servicios de los chinos, por medio de un contratista de trabajadores de Cantón.

705 chinos contratados expresamente para las obras del Ferrocarril, de este grupo que salió de Shantou, murieron 11 en el trayecto de 61 días. Estamos hablando de 1,262 chinos en tres años. Según las autoridades del Ferrocarril durante las obras, habrían muerto 567 chinos, lo que nos llega a deducir que sobrevivieron 700 aproximadamente. Sabemos sin embargo, que muchos de ellos tocaban puertos panameños pero su destino final era el Perú o Cuba o regresaban a California.

Según los términos del contrato de trabajo, los chinos tenían derecho  a una alimentación especial compuesta de ostras secas, pulpo, retoños de bambú y galletas dulces de arroz, repollo salado, fideos, té, arroz de montaña (hill rice) y una ración diaria de opio. Además, debían tener su propia casa de oración. De igual forma potenciaron la creación de sociedades económicas y de índole social.

La compañía cumplía a cabalidad este compromiso (según Schott). También comenta favorablemente sobre la calidad del trabajo que realizaban los chinos, el que dice, satisfacía completamente a sus jefes.

Aunque era menor la cantidad de tierra que arrendaban y más ligeras las cargas que transportaban en sus carretillas, comparadas con las que manejaban los norteamericanos, europeos u hombres de otras regiones, su labor rendía más porque era metódica, persistente y sin interrupciones.

Siendo inmigrantes en una tierra remota y extraña, sin el apoyo de la familia e inadaptados a los rigores del nuevo ambiente, se convirtieron en el blanco de la hostilidad (discriminación racial) por parte de los irlandeses y sin el suministro de la ración diaria de opio, esto los llevó al bajo rendimiento en el trabajo y finalmente vino la ola de suicidios masivos: unos colgados en los arboles con soga, bejuco o con su propio cabello; otros tirados violentamente sobre la punta de estacas o sus machetes; otros muertos por los malayos quienes les habían pagado para que les cortaran la cabeza y otros ahogados amarrándose las piedras. Sus cadáveres aparecían tirados por todos lados.

Para evitar más suicidios, Totten ordenó al Capitán del Gorgona encender las calderas del barco, recoger a los que estaban en las aguas y a los sobrevivientes y llevarlos por la fuerza a Jamaica, donde debía entregarlos a la colonia china allí establecida y donde él “rogaba y esperaba pudieran conseguir la droga”.  Debemos reconocer que esta oleada migratoria fracasó rotundamente como mano de obra en la construcción del Ferrocarril, pero sentó las bases para una inmigración fuerte, constante, y que llega hasta nuestros días.

A pesar de la tragedia que marcó sus primeros pasos en nuestro istmo, los chinos siguieron llegando. Trajeron con ellos las virtudes propias de su raza: laboriosidad, honradez, firmeza en los lazos familiares, creatividad e ingeniosidad para adaptarse con ventajas, a las más difíciles circunstancias. Sus dependientes, casi todos fruto de su feliz unión con los nacionales, se han destacado en las esferas del comercio, de las ciencias y de las artes.

Los chinos que se quedaron a vivir en Panamá, inician entonces un proceso de desplazamiento laboral con mucho éxito, lo que  determinaría en el futuro, la necesidad de leyes de exclusión que fracasarían como medidas regulatorias y que por otro lado provocarían abusos, actitudes discriminatorias y crearían un negocio muy lucrativo con los inmigrantes ilegales.

La tercera oleada migratoria, va de la terminación de los trabajos del Ferrocarril hasta los inicios de la construcción del Canal de Panamá por los franceses. Habían pasados casi treinta años desde la inauguración del Ferrocarril y en éste lapso los primeros inmigrantes chinos se habían establecido a lo largo de todo el territorio. Fueron épocas difíciles para los panameños, tanto política como económicamente. Al completarse la construcción del Ferrocarril Transcontinental en Estados Unidos, Panamá cayó en una depresión económica que termina con el inicio de los trabajos del Canal Francés en 1882.

G. Mack deja sentado: “Aunado a chinos ya residentes, encontramos que varios cientos de chinos que encontraron una cogida fría en California, emigraron a Panamá, pero pronto la mayoría de ellos dejaron el empleo de la Compañía del Canal, para establecer tiendas pequeñas y otras empresas propias”.  Probablemente la población china de Panamá aumentó con el cierre de inmigración en California (1882).

Al finalizar el siglo XIX, nos encontramos que Panamá contaba con una población china de aproximadamente 3,000 almas. Esta cifra fue el resultado de una corriente migratoria progresivamente fuerte e ininterrumpida por 50 años; gracias a las leyes liberales, no restrictivas del gobierno de Colombia y a la necesidad de trabajadores que en forma directa o indirecta participaron de los dos grandes eventos del siglo XIX en Panamá: la construcción del Ferrocarril y los trabajos del Canal Francés.

La cuarta oleada migratoria se inicia con la construcción del Canal por los norteamericanos y la separación de Panamá de Colombia. Este período está caracterizado por la lucha de los chinos por venir a radicarse al país y las barreras legales que tratan de impedírselo.

Chinos: Adaptación e Integración

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, los chinos y sus familias de la ciudad de Panamá habitaban en barracas, y poco a poco, se fueron ubicando en viviendas módicas y económicas en las áreas de Santa Ana, El Chorrillo, La Boca, el Terraplén, la Avenida B y Salsipuedes.

Los primeros inmigrantes chinos que llegaron al continente se establecieron en comunidades que con el tiempo se convirtieron en “barrios chinos”. Las diferencias raciales y culturales impusieron su segregación y aislamiento. Aunque era una comunidad diferente dentro de otra comunidad no china más grande, sus estructuras económicas, sociales y políticas eran más amplias en comparación con otros grupos étnicos. Esto se debía a que se relacionaba con el resto de otras comunidades en el pueblo o la ciudad donde radicaban, lo que contribuyó a su prosperidad al satisfacer las necesidades de la población en general. Los principios y valores milenarios y los lazos de confianza y la lealtad de los primeros inmigrantes contribuyeron a que se ganaran la admiración y el respeto de las comunidades no chinas.

El área con una extensión de una manzana que comprende al norte, la Avenida B; al sur, la Avenida Eloy Alfaro; al oeste, la prolongación de Calle 15; y el este, la Bajada de Salsipuedes se conoce como el Barrio Chino de Panamá. A su entrada, se encuentra un portal estilo manchú que el gobierno chino obsequió en 1997 a raíz de la visita del entonces Presidente de la República China en Taiwán, Lee Teng-hui. Actualmente, muchos negocios que originalmente se habían establecido en el siglo XIX y principios del siglo XX han desaparecido. En varias otras ciudades, como Colón, Penonomé, Aguadulce, Bocas del Toro, David, Chitré y Santiago también existe malles donde generalmente se concentran las actividades de esta comunidad.

Miles de inmigrantes llegaban al Barrio Chino donde recibían orientación y ayuda para integrarse y adaptarse. Allí encontraban una red establecida conformada por parientes y asociaciones. Ya fuera porque habían sido traídos por un familiar o por un amigo de un pariente, o porque venían por su propia cuenta, los inmigrantes encontraban a alguien que los recibía y los ayudaba con los trámites de entrada al país, y a su vez, les brindaba un lugar dónde quedarse y empleo si no lo tenía.

Para mantener sus tradiciones y costumbres, los primeros inmigrantes se mantuvieron confinados en este sector. Allí seguían usando sus vestimentas y largas coletas, tenían sus viviendas, negocios, templos, fumaderos de opio, salas de juego, y lugares para celebrar sus actividades festivas, comerciales, sociales, religiosas, conmemorativas y políticas.

A finales del siglo XIX y a principios del siglo XX, los chinos vivían en la planta alta o la parte posterior de las casas donde estaban ubicados sus lugares de trabajo o sus negocios. Otros vivían en chozas cerca de los huertos. Sus lugares de trabajo eran las tiendas mayoristas, las abarroterías, las sederías, las fondas, los talleres, las panaderías, las carnicerías, las lavanderías, las barberías, las bodegas, los consultorios médicos, los fumaderos de opio y los salones de baile.

A medida que sus condiciones económicas mejoraban, gracias al trabajo duro, al ahorro y a la decisión de reinvertir sus ganancias, los chinos establecieron sus propios negocios dedicados a la venta al detal y al por mayor. Los mayoristas panameños les otorgaban crédito sin temor alguno ya que pagaban sus deudas con prontitud.

Los hijos de padres chinos que nacieron en Panamá entre 1903 y 1928 gozaron de la nacionalidad panameña. En el Título II sobre Nacionalidad y Ciudadanía de la Constitución de 1904, se estableció que eran panameños los que nacieran en el territorio panameño independientemente de la nacionalidad de los padres.

Aportes de los chinos a la cultura Panameña

La comunidad china realizó en 1897 la mayor contribución en la recolección de fondos para equipar el Cuerpo de Bomberos, por lo cual una de las bombas de mano se bautizó en honor a dicho grupo. Cuando se constituyó oficialmente el Cuerpo de Bomberos de Panamá, la compañía N° 2 tenía el nombre de “China”.

Después de la quiebra de la Nueva Compañía del Canal Francés, los comerciantes chinos comenzaron a dar crédito a las clases sociales más necesitadas en base a la confianza y que se conoce como “fiado”. Cuando los clientes compraban en las tiendas, le decían a los chinos, “Apúntalo” y al final de la semana, la quincena o mes, llegaban a pagar lo que debían. Los chinos también estampaban el sello de sus establecimientos en pequeños cartoncillos que daban en lugar de moneda fraccionaria y que después el gobierno nacional tuvo que acuñar como “cuartillo” (moneda equivalente a un centésimo y un cuarto). La “ñapa” o “pezuña”, que consistía de una golosina en forma de pescadito o un caramelo de colores, una cantidad adicional del producto comprado o un obsequio para incentivar a los clientes fue popularizado por los chinos.

El mafá, un pan frito dulce cuyo nombre en chino significa flores entrelazadas, tiene origen chino. No hay duda alguna que a los panameños les gusta la comida china, como el famoso dim sum o desayuno chino, la sopa de wantón, el jampao, los rollitos de primavera, el puerco asado, el arroz frito, el chow mein, el leo pan mein, el saladito y la hostia china (una golosina china en forma de oblea), entre otros. Otras contribuciones son la utilización de feng shui, la medicina china, la acupuntura y los masajes terapéuticos, la curación por medio de hierbas y raíces.

Los chinos también trajeron consigo algunos juegos de azar, como la lotería china, la rifa china y la charada china. Otro juego popular desde la construcción del ferrocarril fue el dominó chino o pai kao.

Bibliografía:

Leis Romero, Raúl Alberto, 1947-
   Este país, un Canal : encuentro de culturas / Raúl Alberto Leis ... [et al.] ; editora Ileana Golcher.-- Panamá : CEASPA : Naciones Unidas, 1999.

   212 p. : il. ; 21 cm.

Chen P., Berta Alicia.
   Cómo, cuándo y por qué llegaron los chinos a Panamá / Bertha Alicia Chen P.-- 2a. ed.-- Panamá : Management Development (MDC), 2010.

   120 p. : il. ; 21 cm.

Instituto Geográfico Nacional Tommy Guardia (Panamá)
   Atlas nacional de la República de Panamá 2016 / Instituto Geográfico Nacional Tommy Guardia.-- Quinta edición, revisada, actualizada y aumentada.

La Comunidad China en la Actualidad

Existe otro grupo de chinos que ha mantenido la tradición a pesar de descender también de las primeras generaciones de inmigrantes. Estos chinos alientan el matrimonio entre iguales y aunque no hablen o escriban chino mantienen sus costumbres tradicionales en cuanto se refiere a la comida, la familia y el trabajo.

Resulta importante sin embargo, dejar constancia de que han adoptado la religión católica y se caracterizan por ser fieles practicantes; algunos otros pertenecen a denominaciones cristianas protestantes. A este sector de la población china de Panamá pertenecen los “paisanos” que respaldaron la creación del Centro Cultural Chino-Panameño y constituyen un buen ejemplo de participación ciudadana pero conservando al mismo tiempo sus raíces histórico-culturales.

Tenemos un tercer e importante sector de la comunidad compuesto por chinos de la última oleada migratoria. Llegaron en las décadas de los setenta y los ochenta y en su mayoría proviene de la República Popular China. Los nuevos inmigrantes se dedican al comercio de pequeñas abarroterías, carnicerías, casas de repuestos, electrónicas, lavanderías, etc.

Es un grupo que se educó en un régimen político-social que difiere del de los inmigrantes que les antecedieron. Los chinos pertenecientes a las primeras oleadas migratorias, hijos de campesinos en su mayoría, presentaban una imagen más bien de sumisión y respeto a la autoridad, mientras que a estos últimos, formados en las ciudades y en una sociedad diferente, se les conoce por ser mucho más positivos en su comportamiento social y por la agresividad con que conducen sus negocios. Se mantienen unidos entre ellos a pesar que se han desplazado por todo el territorio nacional y conservan sus costumbres pero no participan necesariamente de las celebraciones de la comunidad tradicional.

Muchos chinos de las primeras generaciones no hablaban chino en sus casas y no sabían escribirlo acelerando de este modo en forma indirecta la aculturación y adaptación de los hijos a la sociedad que los rodeaba.

La comunidad china mantuvo una pequeña escuela primaria en el barrio Chino que garantizaba mínimamente la enseñanza del idioma y ciertas tradiciones pero la mayoría, inscribía a sus hijos en las escuelas tradicionales panameñas de manera que se educaban en español.

A medida que los chinos van abandonando el llamado Barrio Chino del Casco Viejo y se van dispersando hacia diferentes sectores de la ciudad de Panamá, se hace sentir la necesidad de contar con un centro de reuniones donde se pudieran realizar las celebraciones y los actos oficiales de la comunidad.

Nace así la idea de crear un Centro Cultural Chino-Panameño que contara además con una escuela. El Instituto Sun Yatsen, nombre dado en honor del fundador de la República China, cuenta con la ayuda económica y técnica del gobierno de Taiwán y de ciertos sectores de la comunidad. Esta escuela es una institución de enseñanza completa que incluye el curriculum normal para las instituciones escolares del país, pero que además enseña el idioma y las costumbres chinas.

Debemos indicar también que en Panamá la mayoría de los chinos habla el dialecto cantonés o un subdialecto denominado “hakka” hablado por chinos que vinieron originalmente del norte de China a la provincia de Guandong. Sin embargo, en el Instituto Sun Yatsen se enseña mandarín que es el idioma oficial de las dos chinas y se imparten cursos de cantonés.

La historia de la Comunidad China de Panamá ha demostrado que los inmigrantes chinos tarde o temprano  se integran a la nación panameña y participan en su desarrollo desde diferentes estadios de aculturación y asimilación. Ha sido una inmigración pacífica y productiva que seguramente continuará colaborando con el desarrollo del Panamá poscolonial.