Himno a las Madres Letra: L. De B. Pentanes Música: Alcides Prado Q.
Madre mía tu nombre bendito es un canto de gloria en mi voz; es poema que en mi alma va escrito por la mano divina de Dios.
Resplandezca tu ser adorado en su dulce santuario, el hogar, donde el culto de amor acendrado de tus hijos te erige un altar.
Celestial devoción, madre mía, es la que hoy de mi pecho feliz lleva al tuyo la fresca alegría de los lirios que enjoyan mi abril.
Madre bella, perduren los lazos que me ligan a ti, con fervor; y me ofrecen un nido en tus brazos y en tus ojos un cielo de amor.
Vámonos al Campo Madre Letra: María O. De Obaldía Música: Gonzalo Brenes.
Vámonos al campo, madre, donde la brisa es más fresca, son tuyas todas las flores y las frutas de la huerta. Vámonos al campo madre!
A bañarnos en los ríos limpios, claros, bullangueros, con sus piedras y sus lajas y sus árboles serenos Vámonos al campo madre!
El caballo manso y ágil y los perros nos aguardan, para correr por los llanos en pos de perros y vacas. Vámonos a al campo madre!
En el campo todo ríe; el cielo, la luz, el aire, los pajaritos los niños y hasta las personas grandes. Vámonos al campo madre
A las Madres Autor: Juan Pablo Navarro
Ayer Cuando el hombre y la mujer vinieron a la tierra por esporas asexuadas, por los dioses hindostanes, por los dioses de los Mayas, por los dioses de los Incas o por el Dios de Israel, la mujer se convirtió en el guardián indiscutido y bondadoso de toda la humanidad.
Cuando el hombre y la mujer y sus infantes eran sorprendidos en los árboles (una de sus primeras moradas) por las fieras hambrientas de la selva el hombre, libidinoso y arrogante, estulto y engreído huía, huía sin importarle la vida de sus hembras ni la vida de sus hijos. Y allí quedaban las madres salvando a sus niños o muriendo con ellos.
Cuando el hombre baja de los árboles y se adueña de las cuevas de la tierra, cuando labra la piedra y el bronce cuando construye armas para la caza y para matarse contemplamos a la mujer sonriente y cariñosa aplaudiendo el hombre en sus victorias o dulcificando sus horas de amargura cuando las armas les adversa; vemos a la mujer eternamente sumisa pero, más que todo, primorosamente enamorada del fruto de sus entrañas.
Cuando el hombre avanza en los hitos del tiempo y de la historia, cuando el hombre domina las artes y la ciencia, cuando el hombre se autodetermina sabio vemos ala mujer rezagada porque a ella no le importan aquellos adelantos como tener la certeza del Bienestar permanente de sus hijos.
Y aún en este siglo de imponderables adelantos cuando el hombre ha dividido el átomo, cuando construye armas capaces de destruir la humanidad contemplamos en los juzgados infinitas demandas para que los padres le den el pan a sus hijos. Aún vemos al hombre negando la paternidad de sus criaturas, y a las madres derramando lágrimas sobre la inocencia sonriente de sus niños.
Algunos sostienen que hay mujeres malas por el solo hecho de hacer, por necesidad o por llevar el pan a sus hijos, lo que hace el hombre, por vagancia, por placer y por maldad. Pero no es cierto. No hay mujeres malas. Todas las madres del mundo forman un dechado sacrosanto de amor y de virtudes infinitas.
Cuando el alba empurpura los jardines del corazón, en este día maravilloso, que una fragancia inmarcesible corone los pétalos del alma de todas las madres del mundo.
Yo perdí a mi madre, muchos años atrás; pero cuando a vosotras hablo, cuando a vosotras miro, pienso que allí está mi madre. Y cuando vosotras me habláis me parece que es mi madre quien lo hace.
Hoy he venido a saludaros Con toda la suavidad de mi alma.
Mamá Autor: Críspulo Ruiz Cajar
(el dolor donde nace la sonrisa) Tu dolor, fue mi luz el primer día y en respuesta, mi llanto floreció en tu sonrisa. Después cuando mis ojos se mojaban con dolores auroras en la infancia volvía a acurrucarme y a buscar tus latidos desde afuera, los que de adentro, un día fueron míos. Y encontraba la paz de tus caricias y me alumbraba el sol de tu sonrisa.
Y crecí, con el ritmo implacable de la vida. Y hubo un tiempo la ambigua autonomía en que curioso sólo de mirarme y amarme, me olvidé de mirarte y hasta, quizás, de amarte.
Y al descubrir de nuevo tu rostro ya surcado de días, el húmedo brillar de tus pupilas me contó que sufrías. Y me dolió Como me duele un pájaro caído Y una roca partida por el frío.
Quise buscar palabras de consuelo y, finalmente, me quedé en silencio, mirándote... porque otra vez había tu sonrisa en misteriosa alquimia transformando tu pena en alegría y tu debilidad en fortaleza. Me habías perseguido por los caminos de mi indiferencia y ahora, al reencontrarme tus dolores estaban más arriba como nubes cubriendo mi indigencia.
Y así tu corazón fue en mis poemas la mágica probeta que suaviza la pena en la alegría que destila la lágrima en sonrisa. Porque el amor que vive de la entrega como el tuyo, y renuncia a exigencias, es capaz de cambiar, como el de Cristo, la noche de la cruz en sol de pascua y sembrar en el viernes, el domingo.
|
A mi Madre Autor: Hersilia Ramos de Argote
Yo te quiero tanto madrecita mía que para mi afecto nunca habrá medida
Cuando me sonríes y cuando me besas, toda, toda el alma de dicha se llena.
Ya escribo Mamá Autor: Hersilia Ramos de Argote
Qué inmensa alegría qué felicidad! al fin he podido escribir Mamá.
Y esa palabrita tan dulce y tan tierna, la escribí muy clara, muy limpia y correcta.
Y con cuánto orgullo me gané en la escuela un cinco muy grande por esta tarea.
Madrecita Autor: Hersilia Ramos de Argote
Madrecita dulce y tierna que con tanto amor me cuidas y por el camino bueno sabiamente tú me guías
Sólo puedo yo pagarte tantos mimos y cuidados siendo siempre un niño bueno, trabajador y honrado.
En el día de las Madres Autor: Hersilia Ramos de Argote
Mamacita tan querida, tan preciosa para mí, de besitos y de abrazos vengo a darte yo un sin fin.
Yo te quiero tanto, tanto, madrecita de mi amor, que te ofrezco en este día todo entero el corazón.
Amor Filial Autor: Amado Nervo
Yo adoro a mi madre querida, yo adoro a mi padre también; ninguno me quiere en la vida como ellos me saben querer.
Si duermo; ellos velan mí sueño; si lloro, están triste los dos; si río su rostro es risueño: mi risa es para ellos el sol.
Me enseñan los dos con inmensa ternura a ser humano y feliz. mi padre para mi lucha y piensa, mi madre ora siempre por mí.
Yo adoro a mi madre querida. yo adoro a mi padre también; ninguno me quiere en la vida como ellos me saben querer.
En tus Brazos Autor: Germán Berdiales
Mamita, mamita si tú fueses árbol, tu hijito en tus ramas quisiera ser pajaro.
Si tú fueses río que al mar va cantando, tu hijito en tus aguas quisiera ser barco.
Mamita, mamita si fueses un río o fueras un árbol tú me acunarías igual en tus brazos.
Dulzura Autora: Gabriela Mistral
Madrecita mía, madrecita tierna, déjame decirte dulzura extremas.
Es tuyo mi cuerpo que hiciste cual ramo deja removerlo sobre tu regazo.
Juega tú a ser hoja y yo a ser rocío: sobre tus dos brazos tenme suspendido.
Madrecita mía, todito mi mundo déjame decirte los cariños sumos.
Madre Mía Autor: Juan B. Huyka
Madre mía, qué alegría pensar que te tengo a ti.
Aunque ausente, mi alma siente tu presencia junto a mí.
Madre mía qué alegría pensar que conmigo estás; pensar que tu voz escucho, pensar que me quieres mucho y que siempre me querrás.
|